jueves, 24 de mayo de 2012

Poder Popular





Las asambleas de rendición de cuenta han  comenzado de nuevo en las circunscripciones del país. Y una vez más han puesto de manifiesto que es uno de los eslabones débiles de la democracia cubana. En realidad el organigrama del poder popular en Cuba está muy bien diseñado dentro de los conceptos generales de la democracia representativa que requiere ser rediseñada no sólo legalmente, sino concretamente en participativa como derecho y deber. No hay que confundir los beneficios y ventajas que propicia indublemente el sistema, aún en las precarias circunstancias actuales- educación, salud, seguridad social y pública- con el sano e imprescindible ejercicio de rendir verdaderas cuentas a los ciudadanos para que comprendan como se usan los exiguos recursos del país, expresen sus inquietudes, cuestionen lo que consideren cuestionable y al sentir que cuentan realmente se sientan comprometidos desde la pequeña comunidad de la cuadra a todo el país. Las asambleas de rendición de cuenta deberían ser, como base de todo el sistema de gobierno de particular importancia pero languidesen a causa de la falta de verdadera atención a ellas. Ni siquiera las empresas y organismos a nivel local, que deberían dar respuesta a las preocupaciones y quejas de los ciudadanos acuden a cumplir esa función y por otra parte los ciudadanos de la base sienten que su delegado, su representante no es respetado y considera como merece. Pero además reclaman con razón conocer a las personas que dirgen el gobierno a nivel de municipio y provincia y alguna vez encontrarse con el diputado que los representa en la Asamblea Nacional. El concepto de que el Delegado no puede resolver nada, sólo tramitar quejas debilita la función de este mucho más cuando esos reclamos no son atendidos en la menor escala. Esa situación propicia la indiferencia de los ciudadanos pero también el acomodamiento de los funcionarios y administrativos a cualquier nivel que no se siente obligados a respetar a los electores. Y la buena intención de tener una ciudadanía participando en el ejercicio del poder se pierde. Prácticamente en cada municipio del país existen emisoras radiales y en las provincias telecentros, cabe preguntarse, ¿por qué no existen espacios donde representantes del gobierno local y diputados establezcan contacto con sus electores? A algunos burócratas esa propuesta puede parecerle un ejercicio retórico porque no hay soluciones mágicas para los problemas que se plantearán, pero el derecho al diálogo de los electores con sus representantes es fundamental y también la trasnparencia de la información sobre en que se usan los presupuestos a nivel local y a nivel nacional. Es un crimen de lesa democracia que se sigan presentando listas de candidatos a los cuales no se conocen, no se les ha oido siquiera hablar para saber como piensan, si piensa, que ideas tienen para relacionarse con sus representados, cómo acogeran sus propuestas. Si detestables son las campañas eleccionarias en los paises capitalistas, donde por lo costosas prácticamente sólo los ricos pueden postularse, lamentable es que en una democracia como la nuestra no se aprovechen los medios existentes para que los electores tengan verdaderos argumentos para hacer su elección y después formas de dialogar con sus elegidos. El temor al protagoismo que  suele ser una preocupación respecto a los otros de los ue ya son protagónicos, no puede continuar i nvisibilizando a los que tienen responsabilidad de gobierno en cada territorio. Urge que los ciudadanos adquieran cultura de esas prácticas en momentos en que se precisa un cambio de mentalidad no sólo en los aspectos económicos financieros, sino en como conducir a la sociedad para lo cual es fundamental motivar la responsabilidad ciudadana. No se puede apostar sólo a las transformaciones económicas, los mecanismos de gobierno también están obligados a trasnformarse en función de un mayor control popular que es la posibilidad que sólo el socialismo puede brindar como alternativa de democracia verdadera.

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